Que diez años no son nada

Acabo de entrar a mis paupérrimas estadísticas de WordPress y la aplicación me recuerda que, justo hace diez años, migré aquí desde otra plataforma de blogs para continuar escribiendo. Quería hacerlo de una manera más centrada en el mundo romano, más global y no tan personal.

Recuerdo que, en aquella época, tener un blog era como hoy en día lo es el tener un pódcast. Todos queríamos tener uno. Pero toda moda pasa y de los blogs se pasó a unas incipientes redes sociales, con Facebook, Twitter e Instagram a la cabeza. Y de aquellos barros, estos lodos.

Es cierto que llevo un tiempo sin escribir en aquel soporte que me dio la vida divulgativa -esta oración es típica de quien quiere volver a la palestra-, pero sin este espacio en el que comencé a escribir mis historias de romanos no habrían llegado los artículos en medios como Descubrir la Historia o National Geographic; ni los perfiles en redes que me han dado la oportunidad de llegar, en mayor o menor medida, a un público al que le estoy inmensamente agradecido. No os preocupéis, que esto no es una despedida lacrimógena en la que ahora digo cosas del tipo «fue bonito», «ya no siento el impulso de escribir». Nada más lejos de la realidad. Continúo escribiendo una serie de proyectos que, creo, me van a tener ocupado durante un largo tiempo si los dioses me respetan. Efectivamente, os voy a seguir dando el coñazo con romanos, museos, libros y arqueología. Bueno, también con café.

Aquel 2014, mientras me afianzaba en una nueva etapa laboral, pasando de la arqueología de campo a los museos, no me imaginaba nada de lo que hoy en día veo que hemos conseguido. Y digo hemos, porque sin la gente que me lee, me pregunta cosas -que muchas veces no sé- o ve alguno de mis vídeos, solo soy una gota más en un mar de idas y venidas de redes, internet, views y followers. Creedme cuando os digo que el número de personas que nos sigan no es lo importante, sino el contenido que ofrezcamos. Los números son para maquillar, la información que damos y su veracidad, es lo más nos debe importar.